martes, 18 de mayo de 2010

Me retracto

De un buen tiempo para acá vengo pensando que en Colombia hay dos formas muy evidentes de metérsele a la innovación. Una es "haciéndole" y la otra es pensando en ella.

El que decide "hacerle" a la innovación está por lo general en una empresa, corre riesgo por sus venas, ve cosas que los demás no ven -o no quieren ver-, y se lanza a hacer cosas de formas diferentes con un objetivo claro: impactar positivamente en los números de la compañía. Hasta acá no he dicho nada nuevo.

El que decide pensar en innovación consulta a los gurús, revisa bibliografía, plantea hipótesis, hace estudios comparativos entre las capacidades de innovación de un país versus otros, corrobora sus hipótesis con conclusiones, y por lo general está en ambientes académicos. Acá tampoco dije nada nuevo.

Hay una tercera forma -no muy evidente- de hacer innovación y es por medio de la colaboración empresa-universidad. No quiero decir que ese tipo de colaboración no existe en Colombia, pero sí pensaba que de encontrar un caso de impacto mundial en Colombia era imposible.

El fin de semana pasado me fui para Cali a aguantar algo de calor y a tener un par de reuniones, y regresé convencido de que tengo que retractarme de lo que venía pensando acerca de que acá no hay casos de impacto mundial de relaciones empresa-universidades.

Resulta que la Universidad Javeriana de Cali desde hace más de dos años pertenece a una red mundial de universidades dedicadas a la investigación y a la innovación, cuyo epicentro es nada menos que la Universidad de Stanford en Estados Unidos. Haciendo click en http://me310.stanford.edu/academic.html se puede ver un mapa con unos puntitos naranjas que señalan a 16 lugares. Uno de ellos es Colombia, y lo es gracias a la Javeriana.

Esta red debería escribirla con mayúsculas. RED. Así se ve mejor, porque trabaja con organizaciones de la talla de la NASA, VOLVO, Apple, SIEMENS, BMW, KODAK, IBM, HP, Abbott y muchos más. Si uno se quiere hacer una idea de los partners corporativos, sólo tiene que pinchar en http://me310.stanford.edu/corporate.html, y si quiere echarle un vistazo a algunos de los proyectos, basta con pinchar en http://me310.stanford.edu/case.html.

Qué bien encontrar un caso así acá en Colombia. Lo que no me explico es por qué semejante credencial no se encuentra en el site de la Javeriana. Busqué por todas partes para conocer detalles adicionales de lo que vi el sábado pasado, pero no encontré nada... Curioso.

Por: Humberto Cadavid Álvarez

lunes, 3 de mayo de 2010

De viajes, hoteles y otras vidas paralelas


Han sido casi diez años de estar viviendo un cuarto de vida en hoteles, conociendo ya más de quince países gracias a la innovación: Ecuador, Venezuela, Brasil, Chile, Perú, Panamá, Guatemala, Salvador, Costa Rica, Estados Unidos, Portugal, España, Italia, Inglaterra, Francia, Suiza...Viajar es un ritual que te abre el espíritu, te hace ver la vida de un modo renovado. Y el hotel se convierte en casa por una semana, dos días, una noche. El hotel es la exacerbación del confort inútil. En los hoteles siempre sobran cosas que uno no necesita y faltan cosas que uno necesita. Entonces aparecen las camas con cuatro almohadas o los cinco jabones en el anaquel y las seis formas diferentes que existen de prender el agua de la ducha, en la cual, ninguna persona es suficientemente ducha. Para conocer una nueva ciudad, mi ritual, cuando viajo solo, siempre es el mismo: dejar la maleta en el hotel y salir a caminar en espiral, alejándome del hotel en forma de caracol. Así, poco a poco, comienzas a descubrir cómo funciona la ciudad, cómo se viste la gente, cómo es el espíritu de las ciudades. Por ejemplo, y para entrar en materia, Santiago es una ciudad gris, sombra de una dictadura de la que seguramente no ha despertado del todo. Todo el mundo en Santiago es solemne, no importa si se trata de un niño de diez años, una joven rockera o el gerente de una compañía multinacional. Pareciera como si la seriedad fuera una virtud. El ambiente huele a cemento y mariscos, y en las calles se mezclan caras aindiadas y tristonas con semblantes europeos. Los supermercados están repletos de mariscos, atún y aceites de oliva. Los buses y los metros funcionan con minutos precisos, como en Europa: los buses llegan a las 7:56 de la mañana, y a esa hora, llegan. No como en Colombia, donde invitamos a la gente a las seis y media para que lleguen a las siete. Siempre he pensado, con mi temperamento sibarita, que la esencia de un pueblo se vive a través de la comida. Y para mí la esencia del pueblo chileno se puede percibir a través de la ingestión del caldillo de congrio. El caldillo de congrio es una especie de cazuela con cebolla, tomate, pimentón, aceite de oliva, ajo y congrio. El congrio es la misma morena, un pescado aculebrado y largo, de aspecto más bien monstruoso, como los animales que aparecían en los extremos del mundo en los bestiarios medievales para que los marinos no se alejaran mucho de tierra firme. Tomar caldillo de congrio es recordar un naufragio o un viejo amor, es viajar a las profundidades del mar sin siquiera tomar una chalupa, es entender que la vida y la comida encierran misterios equiparables. Y si al caldillo de congrio le sumas un vino de la casa, ya podrás irte zigzagueando hacia el hotel sabiendo que el día valió la pena. A partir de hoy, y por los cinco próximos días, me dedicaré al oficio de catar caldillos de congrio. Quizá me convierta en medusa, o en anémona. Quizá no vuelva a este mundo, después de tanto yodo en el cuerpo. Pero creo que valdrá la pena. Voy a llevar un flotador, una cuerda y un alka selzer, por si acaso.

Diego Parra Duque.- Director Katharsis

domingo, 2 de mayo de 2010

¡ Bienvenidos a Innovakia !


Es domingo. Casi las 10 de noche. Estoy en Santiago de Chile. Esta semana comenzamos una nueva aventura con todo el equipo de personas de Katharsis: Isabel, María Cristina, Alejandra, Pupa, Humberto....vamos a comenzar una empresa aparte de Parra Duque y Asociados, la empresa familiar con la que manejaba mi empresa hace más de cinco años.

Esto para mí es como levar anclas y zarpar hacia un mar desconocido. Un mar que ni ellos ni nosotros, conocemos. Y seguramente veremos mil islas nuevas, que no conocemos. Y probablemente habrá oleajes altos, marismas, tsunamis, y vientos en contra. Pero tengo los mejores tripulantes. Dicen que existe un país desconocido llamado Innovakia. Dicen algunos que es un país lleno de sorpresas, de avatares, de novedad. Que no se parece a nada de lo que hayamos visto. Es el territorio de lo nuevo. Para encontrarlo hay que disfrutar del amor a lo desconocido. Hay que armarse de curiosidad y de asombro. Hay que saber que no hay nada nuevo que no requiera esfuerzo por dejar lo viejo, y por confiar. Para ello nos hemos preparado durante varios años. Humberto es un viejo tripulante que conoce de mares tormentosos, que sabe disfrutar todo el tiempo de la novedad, de lo que no existe. Isabel ya lleva tiempo sabiendo que el mundo lo tiene que buscar uno y darle forma, para que sea como uno quiere. En ello es maestra, como nadie, y nos lo demuestra día a día. María Cristina es la dueña de la brújula de la locura. Es quien sabe ubicar las islas de la belleza, sabe situar dónde están los mares que nos hacen vernos diferentes frente a lo aburrido de la vida normal. Alejandra es una guerrera apasionada: una auténtica buscadora de su propia forma de vivir, entre el tango y los colores y su original forma de ver la vida desde el design thinking y el coolhunting. Ana María ( Pupa ) es nuestro vigía que sabe ubicar tierra firme cuando es necesario. Pero que también arregla el buque para que logre recorrer distancias inusitadas y avisorar nuevas islas.

En fin. Que estoy comenzando una travesía hacia lo desconocido que da miedo, como toda nueva travesía. Pero también, que quiero decirle a todos nuestros lectores, que el miedo se disipa, cuando uno sabe que recorre el mundo con los mejores tripulantes con los que nave alguna pueda contar.

Espero que cada lector pueda hallar Innovakia. Para eso está Katharsis. Para llevarlo de la mano en esta ruta imprecisa.

Buen viento, buena mar.

Diego Parra Duque.- Director Katharsis